Tuve que pelearme con mi proveedor de Internet y eso llevó a que discutiera con mi hermano y que en el fragor de la disputa haya tenido que recordarle que el fondo del problema es que somos dos adultos con ingresos independientes conviviendo en la misma casa. Si la convivencia suele destruir parejas enamoradas es evidente lo que puede lograr por un par de hermanos veinteañeros (necesito aferrarme todavía a este adjetivo).
Lo que vuelve insoportable cualquier discusión con mi hermano es que somos muy diferentes, aunque en general lo que complica las cosas suele ser aquello en lo que nos parecemos. Después de años de gritos, aprendí que parte de la solución está en la frase “Acordemos en que no estamos de acuerdo”. El tema es que su efectividad siempre está minada por el desgaste de la repetición.
Podría hacer una lista de las cuestiones vergonzosas que le soporto a mi hermano desde hace años, y de hecho ya lo hice varias veces. Pero hoy por primera vez me di cuenta de algo. Lo que él hace (y sobre todo lo que él deja de hacer) está condicionado por lo que yo hago. Con prolijidad he alimentado un escenario que me complica cotidianamente. Ahora, con sorpresa, advierto un modo de encarar las cosas que no ejercita la queja sino que puede tener algún efecto mejorador.
En otro orden de cosas, me quiero quejar de algo y no puedo. Es la segunda vez que me pasa en pocos días. Sólo diré: qué difícil es sostener las amistades, el trabajo, la vida (¿la pareja?) cuando no es la serendipity cotidiana la que alimenta el encuentro. Cuánto trabajo, cuánto esfuerzo. Me alegra saber que para un montón de cosas yo todavía tengo ganas de hacer el esfuerzo.
Finalmente caí en mi propia trampa de este “pública en el anonimato / anónima entre mis conocidos”. Primero me incomodó, después me di cuenta de que es la posibilidad de volver a escribir y dejar de abandonarme sólo a la catarsis (o lo que es peor, la catarsis de la tragedia íntima/ ínfima).
PD. La única vez que escribo offline porque estuve todo el día de ayer sin internet y poder pasar dos parrafitos mínimos de un word p'acá me robó media mañana. ¡Delicias tecnológicas de ayer y hoy! Ma sí, que vuelva el WordPerfect...
Quéjese, Isa, que es una de las pocas cosas gratis que quedan.
ResponderEliminarQuéjese!