viernes, 13 de marzo de 2009

Una de arena...

Igual, después revisé mails y encontré una perlita que llega de mis contactos con el lado oscuro (siempre hay que mantener monitoreado al enemigo): el aparente artículo de un periodista alemán (que no existe) en un diario alemán (que dejó de circular en 1939) en el que se dice, entre otras barrabasadas carentes de fundamento y para peor, del más mínimo verosímil:

"Ya es sabido que el gobierno de la Sra. Kirchner no llegará a su término y será violentamente despojada de su cargo a corto plazo por fuerzas civiles integradas por ciudadanos comunes y miembros activos del sector agropecuario. Lo más impactante de toda esta situación, es que los sectores productivos del agro que hoy protestan contra las usurarias y despiadadas retenciones, son grupos que están armados, tan armados como si fueran paramilitares o guerrillas urbanas y de los grandes cordones verdes de las grandes ciudades de ese país (Buenos Aires, Gran Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Santa Fe, Mendoza y la Patagonia), así como también están armados los grupos leales a la familia gobernante, lo cual nos hace sospechar que el futuro estallido social que se avecina en un corto y mediano plazo entre los argentinos será cruento y sangriento."


Esta prosa digna de la revista Cabildo es una expresión más del grado de miserabilidad al que ha quedado reducida la participación política en Argentina. Eso que alguna vez llamamos "crisis de representatividad", que acabó por hacer estallar el sistema de partidos y que hoy se manifiesta en este marchismo abanderado de facismo descafeinado, es hija del progresismo desorientado y de la derecha más lúcida, más orgánica, más ambiciosa en años. Mientras ya no existe un sólo referente claro de lo que alguna vez fue o pareció la "centro izquierda", la derecha engendró varios modelos compatibles con el siglo XXI que no se parecen en nada a la imagen vetusta de los viejos carcamanes de la UCeDè. Y que, está visto, no temen agitar viejos fantasmas de guerra civil y, cómo no, de teoría de los dos demonios.

Insisto con lo de ayer, lo que no puedo entender, lo que no puedo soportar, es este desparpajo. Ya ni siquiera les hace falta una prolija operación de prensa con el establishment mediático nacional, ahora les alcanza con rumores trasnochados que se desmienten en dos clics (si no con la sola lectura menos que atenta del estilo pasquín...) para arriar a esa clase mediaestúpida (decía Mafalda) a jugar por un rato al desahogo, al clamor popular.

A esta altura ya tengo miedo. Miedo. Y lo que más me asusta no son ellos. Es que ya no puedo ni siquiera imaginar quienes podemos (y debemos) ser nosotros.

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