Me interesa volver sobre la cuestión laboral para exponer un caso, una teoría y para sobreexponerme estúpidamente, que para eso tengo el blog.
Una amiga a quien quiero mucho me enfrenta regularmente a la necesidad de volver a explicar que cuando se contrata a un trabajador independiente (vulgo en cierto ámbitos harto cooleados: “free lancer”) no se está comprando transitoriamente un esclavo. En general, la discusión tiene lugar cuando yo defiendo, discursivamente al menos, la santidad del fin de semana de los embates invasores de los atropellos laborales. Lo que siempre terminamos discutiendo es por qué el “free lancer” (o para decirlo de manera aún más cooleada, el “freelo” (¡mátenme ahora!) gana comparativamente mejor que quien hace un trabajo equivalente para la misma empresa, pero en relación de dependencia. Hay ante todo una primera salvedad: el “freelo” gana en esa empresa (y virtualmente en todo el rubro) comparativamente mejor que cualquiera porque son unos endemoniados chupasangres. (Por qué gente que considero brillante y valiosa está tan bien predispuesta a la explotación, me sigue resultando un misterio insondable). Ahora, dejando de lado este elemento circunstancial, va la verdad revelada: ya lo dijo Carlitos dos siglos atrás, ¡para asegurar la reproducción de la fuerza de trabajo que garantiza la continuidad de la extracción de plusvalía! ¡Es el capitalismo, estúpido!
Conchabar un trabajador independiente exonera a cualquier empresa de pagar reivindicaciones históricas del movimiento obrero como aportes jubilatorios, cobertura médica, aguinaldo y vacaciones pagas, por no mencionar ese temita del sueldo o jornal estable mensual. Que puedan contratarme para trabajar cuando les plazca y sólo si les place vuelve necesario que el emolumento diste de ser el mínimo (aunque siga estando, perdonen que insista, lejos de ser alto) porque A) tienen que convencerme, ahora, por esta vez y sólo por esta vez, de que acepte su oferta; y, no menos importante, B) tienen que garantizar que no me muera de hambre entre ahora, por esta vez y sólo esta vez y la siguiente, que puede ser dentro de un mes, o dos, o seis, o nunca jamás.
Contratar un trabajador independiente, entonces, de ninguna manera acarrea derecho a suponer que está contemplado el trabajo los fines de semana. Si el trabajador independiente, “free as a bird lance”, DECIDE trabajar el fin de semana será por su propia conveniencia; la vuestra (vil representante de la burguesía explotadora, ergo empresa y, lo digo con dolor, tus cándidos cipayos) al contratarlo está clarísima en el ahorro pecuniario que acarrea, su nombre lo indica, su “no dependencia”. Publíquese y archívese.
"Free lancer", si mal no traduzco, significaría literalmente "lancero libre", es decir, mercenario: alguien que lancea libremente a favor de quien le pague. Es lógico que quien me contrata para ejercer el lanceo me exija sábados, domingos y feriados: así es la guerra, sin francos.
ResponderEliminarY de paso, un poco de por favor: inconcebible ese lacónico "WTF?" por parte de quien defiende al gobierno que más ha hecho y más hace por destruir todo vínculo "no free lancer" en la administración pública nacional. Menem no lo hizo (no le alcanzó su década); lo hizo Kirchner y lo profundiza su señora, día a día, con la incorporación por la ventana de nuevos mercenarios. Perdón, de nuevos "free lancer" de tiempo completo y acción oficialista. Hay otros, claro, de tiempo en apariencia parcial y clara vocación kirchnerista.