Por un revival nostalgioso que no termino de comprender están volviendo a pasar los capítulos de Friends. Por un revival nostalgioso que no termino de comprender, estoy volviendo a verlos.
Primera reflexión: ¡cuánta inocencia! Hoy hay más picaresca en Hanna Montana (que por otro lado me divierte mucho, especialmente las primeras temporadas, cuando Miley era aún una nena y no una aspirante a estrellita cachetona).
Segunda reflexión: (viene concatenada con el excursus) eso que venía pasando con el género sitcom, un lento ocaso después del esplendor de los '90, parece haberse revertido, al menos en parte. No lo digo por las comedias para adultos (aunque Two and a half men tiene momentos fantabulósicos y aunque he aprendido a querer a The Big Bang Theory) sino por las series para preadolescentes. Me parece que hay en Hanna Montana, en Hechiceros de Waverly Place, en i-Carli (Miranda Crosgrove es genial), con mayor o menor éxito, algo de esa estructura repetitiva de "que todo cambie para que nada cambie", de profunda celebración de la vida cotidiana.
Tercera reflexión: es notable cómo un gran éxito televisivo parece negar por completo la posibilidad de vida después de su final. ¿David Schwimmer vive? Julia Louis Dreyfus debe tener el record de sobrevida al éxito televisivo (aunque su comedia sea aburrida como pocas).
Dicho todo esto, la reflexión (off topic) que motivó el post: esta semana vi el capítulo en que Chandler le propone casamiento a Mónica. En la escena en la que está comprando el anillo (una joya vintage de los años '20, la misma época que el anillo del fallido compromiso de Lorelay Gilmore con Max (sí, soy una freak total, pero me pregunto, ¿por qué el glamour de los años locos para estas comedias?) el vendedor lo tasa: US$ 8.600. Y me quedé pensando... ¿Qué es lo que hace que esa ¿tradición? sea verosímil? ¿Por qué se construye el estereotipo del compromiso sobre una joya que es para la novia? Porque, ojo, de Tolkien para acá hasta puedo entender (no sin dificultad) el concepto de las alianzas, pero ¿cuál es la justificación del cintillo (atenti a mi manejo de vocabulario: una vez tuve una amiga que se casó, no una sino dos veces, con vestido merengue y rosas rococó rosadas)?
Es posible que mi problema sea una predisposición al pragmatismo legada por mi madre. ¿Vieron que hay familias (en la ficción y en la realidad) que atesoran una joya que pasa de generación en generación como símbolo imperecedero del amor y la constitución de la familia nuclear católica apostólica romana? Bueno, en mi hogar esa preciada joya es reemplazada por el relato del orgullo con el que mi señora madre vendió las dos alianzas (que ninguno de mis progenitores usaba ni usa, by the way) en un momento de estrechez económica.
Hay muchos símbolos de pasaje: las mujeres del pueblito de mis viejos al casarse dejaban de usar el pelo suelto y a partir de cierta edad pasaban a llevar la cabeza cubierta con un pañuelo (mi bisabuela, por ejemplo, a la que llamábamos con notable creatividad "Nona viejita", usó el mismo pañuelo negro los últimos 30 años de su vida); en el otro extremo del mundo, en la tradición japonesa sólo las jóvenes solteras podían usar kimonos de mangas largas. Lo que no termino de comprender es que se sostenga, al día de hoy, un símbolo tan retrógrado de estar "comprometida". ¿Por qué resulta ¿simpática? esa carrera por la piedra más grande, más brillante, más pulida? Y sobre todo, ¿por qué muchas mujeres siguen pensando que es un símbolo de estatus tener el dedo anular más adornado?
Ya lo ha dicho Levi-Strauss: la gente es medio boluda (lo habrá dicho en francés y yo no sé francés, pero seguro que algo así dijo; y si no, debería haberlo dicho). Bien por su madre: hay que vender todas las joyas, como hacen Mirtha Legrand y China Zorrilla.
ResponderEliminarUn beso.
La gente le da mucha importancia a los ritos. Como el de adornarse el dedo.
ResponderEliminarNo se, a mi me parece particularmente estúpido endeudarse para celebrar la adornación del dedo, como hace tanta gente.
Sin embargo, parece que es la norma y no la excepcion.
"y vos porque no te casas?", me siguen preguntando.
Y yo sonrío con sorna.
En fin...
A mí me resulta más incomprensible el tema del vestido de novia. Por lo menos el anillo tiene cierto valor de reventa (sí lo sabrá su madre!) pero un vestido de novia es plata too much tirada.
ResponderEliminarEs mi humilde opinión, por supuesto.
Best wishes
Poligrilla
Cinzcéu: Todo suena mejor en francés, según parece. Bien lo sabía don Domingo Faustino.
ResponderEliminarImagaZool: El endeudamiento para la celebración de la adornación del dedo (¡ah, el goce por esta eufemística frase!) me intriga, pero es cierto, lo más pintoresco del asunto es que a pesar de la ya cierta masividad de la renuencia, sigue considerándose una "bichorarez".
Poligrilla: A mí lo del vestido de novia me resulta especialmente extraño porque a nivel símbolo viene de capa caída (afortunadamente, claro).
Y que me dice ud de organizar una no-boda, como el no-cumpleaños de Alicia (la del pais), y brindamos a la salud de los ausentes y nos ponemos vestidos blancos de feria americana, para contrarrestar?
ResponderEliminarLa invitaré a mi no-boda, si la organizo algun dia.
Y a la lectora Poligrilla tambien.
Su nick me cae muy simpático.
Slds desde el atrio!