martes, 7 de abril de 2009

De la invasión de desodorantes (Mafalda dixit)

Ya me quejé varias veces de los problemas que me trae tener el no difícil. Hoy descubrí con pavor que parece que es bastante más frecuente de lo que pensaba. Dos personas con más experiencia que yo no supieron negarse a un pedido laboral inapropiado. Como consecuencia yo descuidé otro laburo que me va a complicar la próxima semana. ¿Tan difícil es decirle a un cliente "todavía no terminó el campo, el informe va a estar listo la próxima semana"? Si no es posible ese gesto mínimo de autopreservación, está como para que triunfe la revolución... (Me levanté especialmente anacrónica, sepan disculpar).

Me gustaría agregar que acabo de tener una epifanía: lo que pasa es que me nefrega el "éxito" profesional (incluso el muy acotado éxito que puedo tener en una "profesión" como la mía). De hecho, me fastidia bastante haber incorporado a mi vocabulario la palabra "cliente" en este tipo de contexto... Clientes tiene mi viejo en la ferretería, qué tanto. Y no tienen razón nunca, nunca, nunca.

2 comentarios:

  1. Gracias por recordarme cada tanto las razones por las que, hace añares, abandoné mi "profesión" en ese mismo campo en que usted labora. La palabra "cliente" -como todas- es polisémica y -en estos casos- significaría prepotencia, capricho e irracionalidad. A mi juicio, la cosa es distinta: hacemos el número necesario en una red cuyos vínculos dichos son todos falsos; el "cliente" siempre está en otra cosa que jamás sabremos.
    Saludos.

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  2. Cinzcéu: ¡Gracias por convertir mi fútil queja en servicio a la comunidad!

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