Terminé el año pasado disconforme con mi carrera, mi laburo, mi vida. Empecé este año recibiendo visitas inesperadas: entraron a mi casa y me robaron todo, incluidos mis ahorros. Cuando me estaba regodeando en la depresión, un ladrillazo de la vida me recordó la verdadera dimensión de una tragedia y que lo único que no tiene remedio es la muerte (así de cursi, así de obvio). Ahora sólo me queda empezar de nuevo.
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